domingo, 9 de diciembre de 2012

Listo

Entonces me levanté de la silla, frente al monitor, fui a buscar mi celular para ver si tenía algún mensaje. Como no tenía ninguno, llevé el celular a mi habitación, lo dejé en la cama, me saqué el pantalón y pensé en voz alta: 

Lo que voy a hacer es ir a comprar un Marlboro común... Un delicioso paquete de Marlboro, sí señor.

Me puse otro pantalón, las zapatillas, me até el pelo y fui. Regresé a casa y puse una sinfonía de la concha del gato, para llorar de alegría en cada movimiento. 



"Hicimos el amor. Hicimos el amor en medio de la tristeza"

jueves, 29 de noviembre de 2012

¿Viste cuando no te alcanza la plata y en vez de Marlboro te comprás unos RODEO? Bueno. Así. Infumable. Como mi existencia. Voy a tener que aprender a tejer o hacer algo productivo, porque es inaceptable esto que hago con mi tiempo. Ayer estaba viendo una película en la que un chabón le dice a otro: "qué bueno que  su hija se interese en esas cosas... Mi hijo tiene 17 años y no hace nada". Fue gracioso, y me di cuenta de que yo no hago mucho. Además de leer y hablar sola. Cierro los ojos, no descanso. Salgo a la calle como un mapache zombie, esto no debe continuar así. 
Estaba recordando mientras hablaba sola (o a Julio, el pachoncito que no me escucha ni me ve aunque tenga orejas y ojos), ayer, que para estas épocas mis relaciones se disuelven. Curioso. 
No planeo martirizarme todos los días. Me acuerdo cuando el pelilargo... Bueno. Estuve meses tratando de agarrar los pedacitos de Tami que quedaron en el aire. Cuando por fin había reconstruido una parte de mi, el volviO CON UNA SIERRA PARA DESTROZARME OTRA VEZ; "FALTÓ UNA PARTE", PENSÓ EL MUY FORRO. Que me extrañaba, que fue su culpa, que se dio cuenta de que yo era la única mujer que podía amarlo... Aunque había esperado mucho para que vuelva, me sentí mal. Y no quería volver. Unos días después conocí a éste muchacho. De todas formas, lo quiero al pelilargo. Es como una montaña de conceptos, ideas... Encerrado en materia orgánica. Me sorprende haber encontrado a una persona tan particular y diferente como él. Le tengo un cariño especial a pesar de todo lo que pasó.
No sé. Ahora como que se está repitiendo el final. No reniego de las cosas vividas, no me arrepiento para nada. Sólo tengo quejas con los finales. Tener una pareja es tener algo que perder, cuando lo tenés ya está perdido. No importa cuántas cosas te pudo decir, o cuantas le dijiste, al fin y al cabo eso no importa más cuando uno simplemente ya no te quiere. O prefiere ocupar el tiempo que solía darte en otras cosas. 
Ya no hay espacio en su vida para vos. Porque quien te extraña, se busca un espacio hasta en el ogt para que vos estés cerca y pasen tiempo juntos. En el ogt se lo busca(?). 

Superalo de una vez. Es mejor conformarse con los recuerdos lindos. 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Tengo miedo de resignarme y sentir tan lejanos aquellos días en los que era feliz.
Mi cara cadavérica.
Me encuentro conmigo todas las mañanas. No puedo contenerme. 
Pierdo la noción de los días.

martes, 20 de noviembre de 2012

Escuché algo hoy. Un grito agudo en mi oído izquierdo justo antes de caer en el sueño. El colchón me succionaba. Me espabilé y, bueno, descubrí que de hecho estaba quedándome dormida. 
Soñé unos instantes con él. Tenía esa expresión en el rostro, inconfundible, inimitable. No podría simplemente fingirla, es tan pura y honesta que cambia de piel y su alma se encuentra desnuda. Tan maravillosa y extensa que de sólo recordarla me eriza la piel y ternura y admiración primero, temor al final. Temor. Un intenso temor de que continúe siendo diáfano y perpetuo hasta el punto de destruir mi voluntad tan devota a sus reacciones ante mis muestras de afecto y errores. 
Miedo. Desperté rápidamente llena de miedo. No sé bien cuánto tiempo estuve observando las líneas de la pared sin buscar nada. Tuve miedo de volver a dormir. No sé qué estaría perdiendo si duermo, porque el caso es que siento que algo se me esta escapando estando yo con los ojos demasiado cerrados. No está. No tengo idea de dónde debe andar, qué pensamientos flotaran en su mente. 
Entonces... No está. Deja de existir su carne, su templo, y es cuando mi sombra trae los recuerdos y su alma ocupa todo allá arriba. Y acá, abajo, estoy yo. Mirando la película de nuestras vivencias, ideando otras.  Yo las creé y tuve el privilegio único de experimentarlas. 
Sigo acostada, casi caigo otra vez en lo que nunca pasó ahí afuera. Él no se enteró de lo vivido en los sueños. 
Las manifestaciones de su espíritu son algo que no puedo olvidar. Suena fantástico y ficticio, pero es tan simple... Sería un error intentar describir la cantidad de cielos que se pueden ver a través de sus ojos.
Recuerdo haber sonreído con inocencia, de una forma muy estúpida y ñoña, cuando vi su rostro a mi lado cuando caminábamos... Y sentir la calidez de su mano, la temperatura perfecta creada por ella y por la mía. La sujeté con firmeza, casi con temor otra vez de que se escapara. 
¿De qué sirve recordar todo esto? Mi edad no se mide en años, pienso. Mi edad es la cantidad de momentos de soledad y tristeza que tuve. La cantidad de veces que en secreto tuve esperanzas, para luego verlas caerse frente a mí, hasta convertirme en algo oscuro y pesimista. Porque he conocido, tuve metas, tenía fe en... Algo. Todo eso se acumuló hasta hacer mi edad. ¿Qué edad tengo ahora que lo conocí? ¿Qué edad tengo ahora que viví estos últimos meses como los mejores de toda mi vida? ¿Por qué ahora me siento triste por ellos? ¿Por qué al final ese poderoso dolor en cada fibra del alma vuelve a atacar? Miedo.
Miedo de que hayan sido los mejores meses de mi vida... Ahora tengo que vivir el resto de los meses.
Volver al cuarto oscuro en el que siempre estaré sólo yo.

martes, 18 de septiembre de 2012


No puedo olvidarlo. Sigue presentándose en formas que no entiendo. No puedo palparlo, pero sé que está ahí. Puedo oírlo respirar en mi oído. Su aliento inodoro, su respiración calmada y firme, expectante, escrutando mis pensamientos. Está buscando el momento para que lo oiga, cuando dejo de pensar y miro realmente. Se sienta en mi pecho. ¿Qué quiere de mí?
Sólo calla. De vez en cuando me recuerda momentos que creí no existían, casi nuevos. Pero entonces me doy cuenta de que estuvieron y yo también. Yo también. Yo los hice, no ellos. Sólo fui yo. Yo estuve, y eso fue todo. Todo se resume a mi presencia en lo que estaba pasando ahí afuera. En poco influí, en poco participé. No soy como ellos, no suelo cambiar mucho las cosas. Y el suelo, me gustaba esa tarde. Las baldosas estaban hechas de pequeñas piedras muy juntas, amarronadas y un poco resbaladizas. Decidí arrastrar los talones para sentirlo y no hubo más. Fue sencillo y lo recuerdo bien. Nada cambió ese día, no en ese momento.
Él me pensó, él me pensó, el me… Pensó. Y yo existí por fin. En un recuerdo, en un lamento. No sé cuándo estoy, ni cuándo soy. Algo sé, y es que respiro un poco. Me muevo entre un tiempo finito, en un espacio reducido invariable. Mi mente da vueltas alrededor de lo mismo, yo pienso sólo en aquellos que recuerdo, en el pasado, el presente, nunca en el futuro, ya está. Mira, ya se fue. Pienso en él y ya no está. Otra vez escucho su respiración.
En olas antes de dormir. Repasando todo aquello que pasé por alto. Lo vivido vuelve frente a mí y ya no veo. No sé cuándo estoy. Desaparezco varis veces en el día, pero no me pierdo, me encuentro y eso es terrible. Todo lo que fui y lo que no, lo poco que soy no sirve para cambiarlo. Es lo que define todo lo real. La felicidad y las cualidades buenas me las invento para que no sea tan pesada.
Aquello que es bueno es una opinión engañosa, delirante, seductora inconsciente, de todo lo que es cierto y evidente. Los intentos hacen los hechos, los hechos hacen mi verdad. Y aquí está. Un puñado de secretos no tan ocultos, en mi regazo. Todavía no decido qué hacer con ellos.
Me vi cambiar, viví la transformación. Una primera mutación humana hacia los más primitivo, lo inerte, lo que siempre estuvo frente a mí. Pero otra vez, no veía, estuvo todo el tiempo, del mismo lado. Pero lo separaba. El otro lado es el espejo que refleja mi ideal, no lo que es. Mi utopía y las ganas de que esta metamorfosis sea algo productivo y hermoso… Lo que esperaba, en cierto modo, que sea. Y esa línea divisoria entre mi yo y mi yo. No fue nada poético, fue despojarme simplemente de mis deseos e ilusiones y ver realmente lo que todo este tiempo fui. Detrás de todas esas máscaras para-salir-al-mundo tranquila.
Un engaño. Es todo lo que es. Y tengo miedo de mirarme otra vez con una sonrisa. Las sonrisas no existen cuando te miras realmente, viendo todo a tu alrededor, lo que significó algo, tus recuerdos más preciados… No valen nada. Porque lo que importa es lo que tenés cuando te ves. Y estás desnudo, lleno de miedo, de dudas, desesperación. Miras tus pies y pensás que en algún momento eso va a cambiar, que es temporal, provisorio, que alguien puede abrazarte y amarte, que hay alguien esperándote cuando te alejes del espejo. Y al huir de él te queda esa imagen… Deformando tus inventos felices, tus relaciones, tu tiempo libre, tu estima. De repente no podes sacarte esa imagen de la mente. La fotografía de esa persona tan frágil y solitaria se convierte en todo lo que sos. O eso pensás. Cuando en realidad siempre fuiste eso. Siempre lo serás. Hagas lo que hagas, al final del día te espera una cama fría y… despeinada como una prostituta que la pasó bien anoche sin mí, una almohada, una mente, dos piernas, dos brazos, una boca seca, ojos tristes… Y escucho un zumbido. Sigue respirando cerca de mí.
Es increíble lo volátiles que las palabras pueden ser. No pueden romperte los huesos como un golpe en el esqueleto; pero las balas son las que te perforan, no las palabras. Puñaladas. Golpes directos al cuerpo. Pero no las palabras. No los recuerdos. Las metáforas y alusiones son vagas cuando el dolor va más allá de las alegorías y todo eso con lo que lo comparan. Es miseria. Sentís una puñalada, un balazo, un corte en el pecho. Pero no hay sangre ahí, no hay heridas visibles. Entonces, ¿qué? ¿Dónde está? Yo quiero ir a un doctor, no hay doctores. Me acuesto y sigue ahí. Me ahogo, mi piel se hace piedra, mi garganta sobre todo. ¿Por qué estas gotas saladas brotando de mi ojos? No me duele el cuerpo, mis piernas están bien, supongo. Sin embargo,  no puedo caminar, porque no le encuentro la lógica. Eso es lo peor. ¿Para qué? En algún momento voy a volver, para qué salir si este lugar me espera y me necesita. No puedo irme.
Un momento. No. No me necesita. Algo va a reemplazar lo que fui, y no con lo que fui y soy. Sino con algo útil. O quedará un hueco. El mundo está lleno de esos. Huecos, esquinas, paradojas. No importa, no me voy a dar cuenta de eso cuando no esté aquí.
El punto es desaparecer. Sin rastros de consciencia. Que se vaya ella también. Que no quede nada de mí esta vez. La progresión, el cambio, destruye o modifica algo en algún lugar. Todavía puedo dudar.
Sólo quiero que pase este día. Me desespera este ruido. La ausencia total de él también.
No quiero pensar más en ausencias, ni presencias. Ni en el surrealismo de mis esperanzas.
Iré a un lugar en el que nadie me recuerde, porque yo no los recordaré a ellos. Un lugar en el que nadie me estime, porque yo no los estimo ni a ellos ni a mí. No existe mi programa favorito, ni la hora del almuerzo de la cena o la merienda. El sol ya no flota en el cielo durante unas horas para luego esconderse y dar luz indirectamente, esta vez todo se oscurece. Pero ellos, ellos no lo aceptan. Ellos tienen sus luces, su televisión, sus charlas, sus impuestos, tópicos mediocres. Su luz inteligente para atender sus asuntos, no paran. Ellos no van a parar. El mundo que conozco no va a detenerse jamás. Los diamantes rotos en el cielo nunca serán vistos en esta ciudad. Todo es en vano. No importa mucho, porque cuando me vaya todo esto no va a importar. O tal vez sí. Tal vez no deje de pensar en esto. Tal vez reconozca otras tristezas y muera frente…
Tal vez muera frente al espejo.
Tal vez me ciegue completamente. Tal vez el zumbido me arrastre hasta el otro lado. Tal vez esta cama me trague para siempre.
Para siempre, y no habrá un amanecer. Sólo noche. Una eterna y lluviosa noche. 

Olas


Tal vez nunca lo entiendas. Tal vez nunca sepas lo que es. Porque lo considero imposible. No puedo transferir tu presencia así como está ahora frente a mí, o a mi lado, a la tormenta de mis pensamientos para que veas mi cielo y los alrededores y con tu mano toques todo cambiando radicalmente la atmosfera. Para que con tu varita mágica o un simple pensamiento transformes esto que tengo en algo benigno. Sabes, simplemente no puedo soportarlo en estos momentos. No es que desconfíe de tus dotes y poderes que en algún tiempo me curaron. Es mi terreno primigenio, tan desconocido para mí que sólo conozco esta persona que soy que no sé qué hacer con él. Florecen cosas en él, imperturbables, está fuera de mí. Quizás sea la situación, las circunstancias actuales que hicieron esto, lo que cambió de la noche a la mañana (un día de mil horas) mi ánimo. No es sólo mi ánimo, es la realidad entera. Mis reflexiones, mis relaciones, mi hogar… todo está distorsionado. Esa imagen que tenía ahora la veo con más detalle, y veo el todo. Es tan simple y tan estúpido que no puedo explicártelo. Supongo que el tiempo tiene que pasar otra vez, como siempre lo hizo. ¿No va a cambiar nada?  Ya pasó el tiempo, lo dije muchas veces y seguí cayendo dentro de mí. Dentro de todos los seres que conozco, y llegué hasta mí misma. Busqué esas cosas que me hacían buena, las cosas que supuestamente iban a ayudarme a subir. Pero no estaban. Ahí abajo se encuentra todo, todo otra vez. ¿Quién soy? Ni las palabras lo describen, están mal. Todo es cualquier cosa. Todo es todo. Y todo está ahí.
Fruncí los labios al pensarlo. Mis comisuras descendieron y en mis ojos se acumulaba agua. Pero ninguna lágrima salió. El campo visual se borroneó y me encontré a oscuras con lo que me acompañó silenciosamente este tiempo. Un trozo de dolor se hizo gemido, salió y calló. Me callé. No hice más. Mi cilindro de cáncer estaba llegando a su fin, así que lo puse debajo de la canilla, cuando aún no caían las gotas. Esperó unos segundos y llegó la primera. Qué envidia… Si así funcionaran mis ojos. Los dejaría entreabiertos que desagoten algo. Lo lancé en el espacio entre la pared de los vecinos extranjeros y el galpón de mi patio trasero, tan sucio, desolado e infértil. Entré para ir al baño y mis brazos ya no tenían huesos, ni grasa, ni carne, ni sangre. Estaban tan vacíos como mis piernas y el resto de mi anatomía. No tenía pies y floté por el suelo. Volví aquí. Siempre vuelvo. Siempre volvemos. Es una espiral, estoy dando vueltas. El centro de esta línea curva e infinita está lleno de nada. Voy con ella. Atrapada en un cuadrado, recorro las mismas esquinas, girando alrededor de algo y de nada. Atrapada en los planes de otros, un único sistema de creencias y yo ¿qué soy? A todo esto, ¿qué soy? Una presencia, un recuerdo. Lo sensible.
Sí, eso. Sensible. No es que sea fría, sino que este corazón literal que me recuerda el centro de mis emociones parece estar roto. Mis emociones lo están, no sé lo que significa. Mi corazón sigue latiendo. Es porque estoy viva, ¿cierto? Todavía respiro, todavía digiero los alimentos, todavía camino. Pero ¿para qué? Por el orgullo  de ser, el ego, lo que sea. No puedo detenerlo, pero ¿por qué? No tengo el valor para dejar de lado lo infinito de un reto, de un problema, de una pseudoesperanza, y el vacío de resolverlo y encontrar otros nuevos… Otro reto, otro problema, otra utopía que yo sé es inalcanzable muy en el fondo. Pero sé que en el fondo sólo estoy yo. Al final no hay nadie alrededor. Cuando pienso estás cosas no hay nadie, no hay nada otra vez. Otra vez lo repito y doy vueltas. Mi órbita es esta, aunque no me guste hay cosas que vuelven. Y se repite. Se repite y no existe libertad. La libertad es el vacío de no tener algo, querer llevarlo a cabo y volver a lo eterno que simula ser el deseo y la arrogancia de cagarse en lo conocido. Para después sentir el remordimiento de la responsabilidad impuesta por las presencias de otros seres en tu vida. Y así es. Así continuará siendo. Responsabilizarse de las reacciones de la acción, de una acción. Las consecuencias de creer que podés liberarte de todo esto e ir detrás de lo que sea.
Mira, el cielo está nublado otra vez. No puedo salir. Vos no podés entrar, no lo vas a ver porque estás afuera y esto es mío. Sea lo que sea es mío, está acá, dentro de mí. Resta sentarse y ver como se despeja o se desata lo que guarda mi techo de emociones. Sola, sentada en alguna piedra. En alguna piedra gigantesca que la marea va a cubrir, y entonces me voy a dormir. La marea baja y ahí está. El pozo o la piedra. El pozo puede llenarse de agua y puedo ahogarme. La piedra puede ser cruelmente áspera o dura, pero puedo sentarme en ella y ver desde mi propio lugar tus malabares, tus sombras chinescas, tus bromas, tus cuentos e historias. Tus juegos. Me bajo y camino por la orilla de lo que alguna vez estuvo furioso.
De todas formas, me ves. Yo te veo. Vos ignoras esto de arriba, mi mente y sus atrocidades, las piñas en el cielo, mis nudillos cansados, mi expresión, el moho en mis ojos… Pero todavía percibis lo ininteligible. Lo querés por motivos que no entiendo.
A pesar de las cosas invisibles a tus ojos, y las cosas invisibles a los míos en lo que a tu ser respecta, estamos. Y con todo, me gusta. A pesar, repito, de todo, estás y yo también. Y me gusta. Me gusta de cierto modo probablemente enfermizo e irreal. 

sábado, 1 de septiembre de 2012

El armadillo pateado

Una vez leí que el que tiene un razón para vivir puede soportar cualquier forma de hacerlo. No me iría de este mundo porque me gusta demasiado esto de tenerte en alguna forma, poder abrazarte y ver tu cara, oír tu respiración somnolienta y fundirme en tu pecho de nubes. Ver tus labios mellizos apoyarse el uno en el otro para darle forma a esos sonidos que se hacen palabras, palabras cuya voz atraviesa mis oídos y se resguarda en mi memoria. Esencial, se deteriora cuando recurro a esas memorias con mucha frecuencia. Y de nuevo me encuentro buscándote.
Estás esperando y ya no hay más. Creo que soy. No hay pensamientos ni corrientes de recuerdos mínimos, todo lo que veo pienso y siento son mis pasos, mis latidos, el parpadeo y ahora no te veo (ahora sí). Y falta cada vez menos, te abrazo y crucé al otro lado. Somos dos. No, uno. Y dos. En un círculo de piedra fría y oscura donde no hay más que las mentes y las voces, los abrazos, el silencio.
Silencio. Hay silencio. No estoy feliz, pero no estoy triste. Sí, estoy triste, tal vez. Porque yo te encontré, y vos a mí, como si te hubiera buscado. De repente apareciste, y una parte de mí también. Cualquier tipo de ausencia me mutilaría. Entonces no hay más que silencio. El silencio que provocan los momentos felices. Callan, y no sabes qué fue. Y los recordas, casi experimentándolos mentalmente. Mas todos ellos se visten de imaginación y realidad. Y fueron lo que se manifestaron. Estoy en otro lado del mundo y lo corriente, ya no sé lo que son. Están lejos. Creo que ya no existen. Existieron. 
Y tenemos que crear más. Por favor, dejame crear más de esos. Y así acumular palabras erróneas para escribirlas y darte una idea aunque sea remota de lo que se siente. Qué palabras se usan para explicar algo que ahoga los ojos hasta que rebalsan? Estamos en la rama más alta del árbol.
Árbol. Tus ojos son filamentos del color de los árboles, enmarañándose para encontrar el espacio final blanco y vacío. Entonces me distraigo con esas cosas tuyas que veo, explicitas, sin temor de que el cielo caiga celoso. Todas esas cosas que reflejas naturalmente tienen otro color y otro sentido, ni los mares más extensos podrían reflejar el esplendor de tantas lunas al mismo tiempo. Sí. 
Disculpa esta intromisión de banalidades y metáforas incomprensibles. Es que siempre encuentro algo para adorar.  Te encuentro hasta sin buscarte (como al principio, y ya lo dije), en todos lados; principalmente cuando cierro los ojos. 
Por este lío, esa cacofonía psíquica, y lo que me provoca tu ser, planeo buscar la forma de hacer más soportable esta otra vida... La realidad que me atrapa cuando no estás. 


La neurosis es sensacional.

Qué es la neurosis? Para entenderla tenemos que partir de la realidad personal, que es la realidad primordial de todo mundo real, escenario básico desde el que se forman luego los diagramas sociales. La sociedad es la suma de los individuos, y olvidamos con demasiada y cómplice frecuencia esta determinación fundamental.

La neurosis es una figura central para comprender esa realidad personal. Al hablar de neurosis aludimos a una posición vital en la que el individuo se hace trampa a sí mismo, autolimitándose, pero logrando al mismo tiempo una extraña satisfacción. Puede sufrir, mucho o poco, pero también disfruta o se ampara en su sufrimiento, que bien mirado resulta más bien una estrategia de supervivencia. Es un conflicto, o una conflictividad, que enmascara con rasgos de impotencia una acción realizada en el mal camino, un movimiento evitativo.

Ese sufrimiento tiene algo de construido, de intencional, de voluntario, que lo hace tan rico narrativamente. Si tenemos la clave y sabemos del patológico interés que una persona puede tener en la generación de su propia ruina, la cosa se vuelve muchas veces divertida. Otras, por el contrario, produce espanto: ¿cómo es posible que se pierda tanta vida, que se malogren tantas posibilidades, que se prefiera el camino tortuoso al camino directo?

Porque esa es otra caracterización valiosa de la neurosis: un cierto amor por el enrosque, por la dificultad, por hacer un recorrido arduo e indirecto en cuestiones en las que sería mucho mejor adoptar la estrategia contraria.

Pudiendo ir hacia las cosas, el neurótico se aleja de ellas para sentir su falta. Pudiendo luchar por lo que quiere, el neurótico elige permanecer en la posición negativa, denunciando a una realidad que es en verdad más plástica y maleable de lo que gusta creer.

El neurótico no quiere avanzar, prefiere disfrutar de su impotencia. El neurótico cava su propia fosa, se surte a sí mismo con golpes certeros cuando intenta salir, y vive de alguna oscura manera como una virtud su padecimiento. Es frecuente que logre presentar, frente a sí mismo y frente a los demás, a su entrampamiento constante como la prueba de su excesiva conciencia o incluso de su superioridad. Pese a que no la pasa bien, tiene profusas ideas negativas acerca de los que no la pasan tan mal como él.

El neurótico (y esto se ve todo el tiempo) no sabe cómo vivir, su existencia es confusa y dolorosa, pero detalla con pseudo lucidez la inutilidad de toda terapia. El neurótico adora las objeciones, los peros, los caminos a medias, incompletos, la duda eternizada como si fuera un deseo de conocer, cuando es en realidad una incapacidad de querer.

Se dice que neuróticos somos todos, pero algunos logran revertir la tendencia. Es evidente. Las personas felices, que logran hacer algo con su neurosis de base, o que han tenido la suerte de una formación que tienda a la salud, lo logran siempre por batallas ganadas, y no por mera presencia. La neurosis es un punto de partida, la posición débil del que aun no ha desplegado su fuerza o la del que no quiere tomarse el trabajo de desplegarla nunca.

El neurótico es el jardinero de su propio encierro. Y es lindo, excitante, estimulante, disparador, lograr ver, en la vida personal, cuando uno hace ese movimiento para dar luego el paso de desactivarlo. Si uno percibe cómo construye innecesariamente su propio límite, desea salir corriendo a jugar a otra cosa, revertir la situación. Uno logra así un poder gigantesco, la sensación de despertar, de un nuevo comienzo. La dificultad está en que, para llegar a esta fase, es necesario un trabajo previo y lento de desenmascaramiento, comprender la circunstancia en la que uno se sumerge defensivamente, sus ritmos y sentidos. Lo lindo es ver cómo la inteligencia despertada con la revelación (al final soy yo el boludo que crea sus propios problemas) deja en evidencia también que el peligro no era tan grande.

El neurótico suele estar más preso de una fantasía que lo atemoriza que de un poder real que lo despoja. Curarse es como lograr el satori: ese salto súbito que describe el budismo zen, que hace al individuo pasar de un estado corriente al de la iluminación. Es bueno verse a sí mismo en este tránsito de una cotidianeidad que se padece a una en la que se disfruta de las realizaciones que genera la propia fuerza puesta a favor.

El neurótico actúa en contra suya. El curado, el restablecido, osa vivir a favor suyo. Repito lo del principio: la neurosis, la idea, es valiosa porque permite estas observaciones certeras. Su dinámica muestra complejidades clave que solemos pasar por alto. Sí, claro, tal vez las pasamos por alto para poder seguir dándole a la neurosis tranquilos (o en realidad: intranquilos, ansiosos, infelices), para poder seguir actuando que vivimos nuestra vida real sin animarnos a hacerlo del todo. Este arquetipo es un mito, un mito contemporáneo, y como se sabe que hacen los mitos, cumple con su función de enseñarnos cosas básicas, necesarias para crecer y llegar a ser un adulto pleno y feliz.

En el nivel social, la neurosis es la base de la mayor cantidad de teorías críticas que pasan por ser lúcidas. Pero sobre todo, la neurosis es la forma afectiva de ser que produce la realidad devaluada de un país que no logra surgir, un país neurótico que se empantana recurrentemente en la creación y recreación de la pobreza, que evita darse cuenta lúcidamente de los actos que la llevan a dar lugar a tales resultados, prefiriendo siempre militar culpando a otros y luchando contra ellos, a los que intenta hacer caber en su rol premeditado de cualquier manera, con mentiras y hasta gestando fracasos confirmatorios.

Un lindo fracaso es, para el neurótico, país o persona, el alimento perfecto para mantener viva su pobre visión de las cosas. 

Y tal vez es porque vivo 
de la forma en que mal vivo 
que te digo lo que digo, 
que me encuentro tan perdido. 

La nostalgia es un espejo 
que duplica lo vivido 
rescatando nuestro tiempo 
de las garras del olvido. 

Y es que no tengo más nadie 
que pelear más que conmigo 
porque eternos como el tiempo 
son las noches y el vacío. 

Porque nado hasta encontrarte 
en este salvaje río. 
Porque no me queda nada 
que perder que lo vivído.

viernes, 24 de agosto de 2012

Last known surroundings

Tengo miedo. Me siento mal. Mi pecho está inflado de aire venenoso y angustiante. Sí, angustia. Tal vez deba llorar. Quizás me sentiría mejor. Estoy sola. Y tengo miedo. Sería bueno desaparecer durante unas horas. Y reaparecer con un hechizo que nadie conoce, entonces nunca aparezco. No voy a salir, aunque quiera no lo voy a hacer. 
Porque no hay nada para mí ahí afuera. Ya no. No tengo nada que hacer en este mundo. No soy útil. No sé hablar, no puedo tratar con las personas fácilmente. No las entiendo. No entiendo lo que hacen y dicen. Estoy incómoda, me siento incómoda cuando alguien me habla. 
Estas condiciones de vida son inmundas, no las soporto. Esta casa no es un buen lugar para ser feliz. Y me da miedo salir. Este es el momento en el que una especie de aro de espinas aprieta mi garganta.
Detesto cada fibra de mi ser, y no puedo escaparme de mí misma. Todo lo que veo es todo lo que no quiero ser. Y aún así no se va, no quiere irse. Mi vida es un montón de cadáveres putrefactos. 
No sé. No sé qué más. 
Intenté muchas veces escribir esto, no estoy conforme con lo escrito, ni con lo vivido, claramente. Pero por alguna extraña razón siento que tengo que hacerlo.
Y ahora me voy.
A flotar en otro lugar de la imaginación.

lunes, 13 de agosto de 2012

En días como este, en el que el sol brilla con condescendencia sobre mis turbadas y lúgubres desilusiones, sólo me queda acostarme en la cama. Debe ser el único lugar en el mundo a donde puedo correr a esconderme y llorar. 
Es difícil explicar la manera tan especial que todo en este mundo tiene para volverme loca y asustarme. Así que no me voy a gastar en hacerlo. Fin



martes, 7 de agosto de 2012


Observé mi reflejo
Lo observé en la ventana
Percibí la oscuridad en mi corazón
Percibí los signos de mi desgracia
Habían estado ahí desde el principio
Y la oscuridad aún tiene trabajo pendiente
Los complejos acordes se liberan
Ellos están excitados y son sagrados
Oh, están sentándose allí en lo alto
Tan seguros con todo lo que compran

En la sangre del Edén
Yacen la mujer y el hombre
Con el hombre dentro de la mujer
Y la mujer dentro del hombre
En la sangre del Edén
Yacen la mujer y el hombre
Nosotros queríamos la unión
Oh, la unión de la mujer
de la mujer con el hombre 

Mi amor se debilita, sin duda
Creo que he perdido mi afecto
Sí, creo que he perdido mi afecto
Ya no puedo tener seguridad
Ellos no aprecian sino el oro
¿Es una daga o un crucifijo lo que veo?
Me sujetas tan estrechamente con tu mano
Y al mismo tiempo la distancia se acrecenta entre nosotros.
No lo comprendo

Siempre que te lo pido, me acoges
Yo estoy flotando en esa ternura
Ninguna certeza, no depender de nadie
Poseer detenido un momento
Qué gran momento es éste
Oh, un momento de olvido, un momento de gozo

Puedo oír el estruendo distante
De un millón de almas desconocidas
De un millón de almas desconocidas
Observa a cada una queriendo alcanzar el bienestar económico
Para llenar sus vidas vacías

En la sangre del Edén
Yacen la mujer y el hombre
Con el hombre dentro de la mujer
Y la mujer dentro del hombre
En la sangre del Edén
Nosotros queríamos la unión
De la mujer y el hombre

Una treta, un engaño, artificios de las mentes solitarias. Y ya no quiero. Frustrante. El cielo no es más que un montón de gases y colores belicosos. Todo comienza a perderse, hace tiempo, Un terrible error, tal vez, sazonando la locura y la histeria. Tu sabias, yo sabía, que yo puedo tomar este dolor y dejarme estirar por él, más allá de lo que me es saludable sentir.
Confusión, algo da vueltas. Pecho de roca, sensaciones cubiertas de hiel, un acorazado que huye del tormento de saber que nunca obtendrá lo que quiere. Deseos egoístas, y quiero irme. No sé dónde; acá, allá, a ningún lado, a todas partes. Cada rincón de este mundo progresivamente pudriéndose, junto con mi voluntad.
Desazones que conforman la destrucción de mis deseos y esa muchedumbre de gente quejumbrosa… yo soy una más. Mirando al cielo a veces, mirando la capa dura y fría de mi suelo, aún más. Sin terminar las frases y conceptos, mis monólogos se dispersan y ya no hablo conmigo. La cacofonía de mi cabeza nunca me dejará encontrar la paz. Con estas voces me pierdo, ya no sé quién soy. ¿Quién soy? ¿Soy? ¿Estoy?
¿Estás? ¿Estuvo?
No es una fase, ni  yo algo en donde se deba poner interés. No me engañes, ésta soy yo, cualquier cosa que veas es algo que se refleja en mí. Soy un conjunto de cosas que viví, tal vez. Un montón de partes que no hacen más que conformar una figura absurda, abstracta.
Y quiero irme, no tengo mucho que decir. Lo que pienso era mío, ya no. No me pertenece. ¿A dónde van? ¿A dónde van mis fragmentos escritos? Se desprenden de mí, arrancando cada uno de mis pedazos hasta que ya no queda nada. O sí. Queda todo. Sí. No me deshago de mí.
Y quiero irme.

lunes, 6 de agosto de 2012


My gift of self is raped
My privacy is raked
And yet I find
And yet I find
Repeating in my head
If I cant be my own
Id feel better dead

viernes, 3 de agosto de 2012



Si dentro de mi corazón hay hastío,
Si la llama de la poesía
Y el fuego del amor se hace frío,
Lacera mi carne sin cortesía.
 Rápido, sin pausa ni demora;
No dejes el campo de mi vida sobre el huerto
Con la ceniza de los sentimientos muertos,
Deja que mi canto fluya con ternura.

lunes, 30 de julio de 2012

Aún insegura, ecléctica, extraña y una pila de cosas más... Aunque dije adiós muchas veces... Amé. Lo digo como algo que yo hubiera causado. Quizás sí. 

jueves, 19 de julio de 2012

Hola señor


Ahhhh… qué lindos sus ojos, que bonitas sus mejillas, los músculos de sus brazos son como almohadillas muy cómodas, qué ganas de morderlo. Sus labios se separan, se juntan, se estiran, se encogen, se tensan, se duermen, él habla y yo también, no me acuerdo qué decíamos. Estamos a oscuras, tendidos en la cama, la temperatura es ideal, y sólo escucho su voz. Estado de somnolencia y despliegue de sensaciones extrañas y muy lindas, comodidad, sí, es comodidad, estoy cómoda, no quiero estar en otro lugar, me gusta acá… ¡cómo me gusta! Él habla y yo también, no me acuerdo que decimos. Estamos ebrios, ¿te diste cuenta? No, no, lo estuvimos hace un rato. Estamos bien, jajaja. Fue lindo. Ahhhh qué sed. Estamos hablando, ¿qué decimos? Me gusta estar con vos ¿sabés? Siempre estoy queriéndote más, es mágico. Te extraño la mayor parte del tiempo en que no compartimos el mismo espacio físico. Me gustas, te quiero. Y te quiero mucho. Sí, esas eran las cosas que te decía yo, y vos me decías a mí. Pero se te escapó, lo sé. Sé que fue sin querer queriendo, porque sé que querías decirlo, pero tenías miedo. “Quiero que seas mi novia”, dijiste. Presentí que se te escapó, y para vos estuvo bien, no importó. Te salió del alma, picarón. Te respondí que sí, seamos novios, dale. Wiiiiiiiiii

Otro día.
 Nos encontrábamos en mi living, en el sillón. Besos, abrazos, mimos, palabras, su voz, su voz me gusta, me gusta cómo suenan las palabras, y me gusta el sonido de sus latidos. Es algo que le gusta sentir a mi pecho cuando lo abrazo.
Él se acercó con sus manos, contento -luego supe que su mente no sabía (o sí) lo que le hacía decir a su boca-, con ellas tomó mi rostro sonriente y distraído, entre un “ahhhh sos muy linda” y otra cosa que no recuerdo, se oyó “te amo”. Se quedó muy quieto, alejando un poco los labios que habían dejado escapar aquellas dos palabras, de mis mejillas. Inclinó la cabeza, helada, y la apoyó en mi hombro. Mi corazón literal era algo como un grano de maíz pisingallo, que explotó convirtiéndose es pochoclo, al oír lo que dijo. Entonces me quedé muy quieta, verificando los detalles de la situación, sacando los cálculos. “Sí, ‘te amo’ dijo”, pensé. Había sucedido. Sí. Supe que se le escapó. Separé despacio mi hombro del rostro en el que se sumergía, y lo vi. Con las mejillas sonrosadas, una sonrisa apenada, tímido, total y completamente adorable. “nnnn…. no tenía que decirlo, se me escapó”, dijo mirándome directamente a los ojos con una expresión de miedo, felicidad, pena,  Jebús sabe qué más. Volvió a hundir la cara en mi hombro, abrazándome. No puedo describir la mezcla de sensaciones que me aturdían felizmente. Lo abracé con más fuerza todavía, y se me ocurrió que tenía que responder rápidamente. Sin saber cuánto tiempo pasé sin decir una palabra... “yo también”. Ahhhhh y qué lindo, sus palabras se deslizaban una y otra vez por mis oídos como miel espesa, recorrían mi alma con suavidad... si es que el alma es espacio.

-Es cierto, pero no tenía que decirlo, es muy rápido, tenía miedo de que vos no sintieras lo mismo… Me va a costar decirlo otra vez, así que teneme paciencia.

Luego de explicarme eso reíamos, con esa situación en la mente, recordándola al mismo tiempo, en silencio.
Lo que él no sabe es que varias veces estuve a punto de decirlo. Pero bueno. No podía. Tampoco puedo ahora. Cuando intentas ver el interior de una rosa cuando aún es un pimpollo, sólo conseguís desojarla. Entonces… Dejémoslo ahí. Más adelante lo diremos con soltura, no hay apuro. Yo sé lo que siento, tal vez él también. No es que tenga que aclararlo. Mejor dejar esas palabritas para hacer felices a otros días en que estemos juntos.

Otra cosa que cabe destacar, es que abrazarlo me da la sensación de que está relleno de gomitas, o malvaviscos. Sentarse en el mismo sillón en el que paso las tardes con él, es triste cuando estoy sola. Ver la tele no es emocionante, ni siquiera la miro realmente, pienso en otras cosas. Es diferente cuando él está. El café tiene un mejor sabor.

Lo extraño bastante, quizás por eso estoy escribiendo estas cosas.

sábado, 14 de julio de 2012

Tal vez no es mi culpa. Tal vez no es la tuya. Quizás no es de nadie. Quizás esto no es nada. Puede que yo no sepa elegir. O tal vez no hay que elegir. Me pongo a pensar un poco (hace poco tuve una sobrecarga y desde entonces trato de no pensar tanto… para no colapsar) y se me ocurre que puede que estemos en circunstancias extrañas, distraídas, y esto no tiene conclusión. Pasamos mucho tiempo vos y yo… muchos humos, muchas nubes. ¿Cuántas veces cruzó el sol por el cielo estando nosotras tan unidas? Las suficientes. No sé bien de qué se trata esto que escribo, si no se entiende bien, no importa: redacté bien mis pensamientos, tal cual los veo flotando en la cima de mi cabeza loca.
No sé qué más decir, tal vez cometo un error… no tengo que hablar sobre esto, debo dejar que se solucione solito, como sea.
Bah, qué más da… Yo seguiré andando a gatas entre las palabras y algunos recuerdos que te incluyen.
Como dije allá arriba, tal vez no es mi culpa, ni la tuya. ¿Habrá culpas? Si las hay, bueno… No sé qué decirte. Disculpame, no fue mi intención, yo sólo sentía cosas lindas y por ende no quería hacerte mal. La mayoría de las veces, la pasé bien, sé que vos también. Y si la pasé mal, no importó mucho, porque volví varias veces a tus pagos. Con vos pasan cosas divertidas, me entusiasma ir a visitarte.
Claro que tengo reclamos, tengo un par. Genial todo, pero veo un par de hormigas, si me acerco me doy cuenta de que son bichos grandes que hoy vienen a picarme… Porque no tenés la cortesía de venir a visitarme. Sería la segunda vez que lo hacés, en 2 años casi. Pero bueno. Es mejor no hablar de “pequeñeces”, no quiero olvidarme de los buenos tiempos.
Te agradezco varias cosas. Me levantaste el ánimo sin siquiera pretenderlo. Nunca esperé mucho de vos, y no es algo malo. Me diste felicidad fácilmente. Me gusta.
Y qué sé yo… me distraigo fácilmente, seguro me mandé varios mocos. Perdón por eso. No quise…
Te quiero mucho, siempre voy a sentir cariño hacia usted, ¿vio?
Espero esto no sea tan trágico, y deje de pensar en esto que sos vos.
Te quiero de nuevo.
Chau

lunes, 9 de julio de 2012

Qué turbio...
Estaba leyendo unas entradas terroríficas, muy buenas realmente. Me decido salir de la página, cuando me doy cuenta de que tenía el celular en la mano izquierda, apretándolo con fuerza. Despertándome un poco, logro escuchar la música de fondo que yo misma puse minutos antes y veo 2 mensajes no leídos. Comienzo a leer el primero (que en realidad es el último que llegó):

Él va a hacer todo el trabajo mientras corra desesperadamente por su vida...

Y el siguiente:

Fue lo primero que se me ocurrió pero tengo paja... Así que eché gasolina por toda la casa y prendí fuego al gato.

Este último me hizo sonreír y sentí alivio. Era Demon, su implacable piromanía y odio a su (tan amado también) gato. Recordé cuando me contó un rato antes de leer las historias de terror que tenía frío y paja, debido a la hora y bueno, al frío. 
En este momento tengo los brazos ligeramente congelados, el calor de la estufa sólo contempla mis piernas. No hay más café, tengo que comprar. No quiero salir, implicaría cambiarme para hacerlo, ser atormentada por la luz matutina... Ahhhhh *espira lento* pero hoy viene él. Vale la pena hacer un poco de juerza


En fin, no sé qué más contar. 
Adiós. 

lunes, 11 de junio de 2012

Otra vez me bajó la presión. Estaba esperando pacientemente el colectivo, cuando comienzo a sentir que todo se me va de las manos, tengo sueño, todo se oscurece y escucho extraño. Me apoyé en un poste para relajar un poco el cuerpo, pero todo empeoró y venía un colectivo, pero no lo tomé. Me senté en el piso después de dejar pasar uno más. Me agarré la cabeza y cerré los ojos. Me sentía un poco más liviana sentada como indio. Tenía el cuerpo frío y se me erizaba la piel. Pasaron unos minutos y me levanté, tenía que llegar a casa. Me subí al colectivo, y logré sentarme. En todo el viaje sentí que estaba soñando todo. No escuchaba voces en mi cabeza, nada más excepto las voces de las personas, los motores, el barullo de la ciudad... Pero como una cascada cayendo en mis oídos, no me aturdía. 
No sé en qué momento cerré los ojos. En varias ocasiones sentí que no podía moverme... como si mi cuerpo no lograse imitar los movimientos que mi Yo quería hacer. Estaba fuera de mi cuerpo. Pero recuperaba rápidamente el control. Me costaba abrir los ojos para estar atenta cuando tuviera que bajar. No reconocí donde estuve varias veces. El viaje fue eterno, hasta que bajé. 
No me gustó mucho lo de hoy, se me ocurrieron cosas muy locas, se me saturó la cabeza de tantas auto-críticas. Fue horrible, mi mente gritaba. Me asusté mucho. Una vez más comprobé que no le importo a mucha gente, nunca nadie va a quererme... No debería importarme. Mas me siento sola todo el tiempo. Tengo una máscara puesta desde hace mucho tiempo  para protegerme, tan bien la sujeté que ya no puedo quitármela, nade puede conocerme. 
Estoy sola otra vez.
No puedo querer... Querer siempre me lastima. 






Terminé desvariando como siempre

martes, 5 de junio de 2012


When the time comes and your love is lost
I will grant you sympathy if you let me down easy
When time comes and the wind has blown over
and the north blows home? if you let me down easy
When times and you have to let me go
I will lay out of sound, if you let me down easy
No es un día muy feliz para el medio ambiente... Pero bueno.

Lo que se deja expresar, debe ser dicho de forma clara; sobre lo que no se puede hablar, es mejor callar.

martes, 13 de marzo de 2012

Otra vez volví a sentirlo. Ese mareo, esa nitidez de las proyecciones avasallándome, acercándome más y más a lo que sería vivir en mi mente
Las voces eran tan ferozmente audibles y claras, expresivas. Me veía a mi misma actuando en otra situación muy distinta a la que estaba ahí afuera. Una gran luz siendo un punto de fuga, creciendo... se acerca a mí. Todo estalla en un blanco brillante, y luego se va a apagando rápidamente, te asustas porque estás fuera de tiempo de pensar, eras muy grande tú y tus actos para el flujo de tiempo, no cabías, no podías actuar "rápido". Todo se relaciona ahora, esa fui o cuando nos arrebataron aquello. Estúpido fue ver que no podía reaccionar, siendo una cobarde también. Era frustrante. Pero no divaguemos. Volvamos al apagón. Yo estaba en una encrucijada violentamente rápida. Una parte de mi subconsciente extendió los brazos, y se encogió abriendo el agujerito decreciente de la realidad. Y regresé. De vuelta, una parte grande ("grande" por considerarla como la razón) de mí volvió. Fue como haber descendido mucho en la psique, por etapas que encontraban la forma apropiada en la mente: sueños. Como haber dormido mucho en los sueño, de a uno por vez, claro. Dormías (pero despertabas en el mundo ensoñado) y vivías ciertas cosas. Te dormías en ese sueño, y despertabas en otro. Era cavar y cavar en la mente humana. Y llegué hasta aquel espacio blanco, en limpio... el limbo. Podía crear lo que sea ahí, me había perdido totalmente en aquel transporte público. Estaba llegando ahí, cuando de repente esa parte de mí que tanto temo, que tanto se esconde, "salvándome" de caer y permanecer en este mundo real por cuestiones rutinarias que uno, por deber, no debe abandonar. Y me abrió la puerta del mundo en el que estaba mi cuerpo... así volví. Aún me sentía embriagada, la señora de al lado le decía algo a la que estaba junto. No recuerdo sus palabras, pero sabían que yo estaba allí, yo notaba la manera de "ignorarme" que adquirían. Con mucha discreción y modales. Pero yo lo sabía, ellas dijeron algo de mí.
Mas, al mirar otra vez, esa señora fue reemplazada (y la iluminación también) por un hombre de color a mi lado. Entonces es cuando caigo en el hecho de que nunca hubo una señora a mi lado, la luz no era tan clara en su cara, no. en el transporte público las luces eran más bien apagadas, grotescas las pequeñas luces, los pasajeros no estaban tan entretenidos, sino un poco grises. Callados, hundidos en la cotidianeidad de lo necesario. Fue yendo más arriba, hasta lo que parecía estar pasando más allá de mi mente.
Me decido a intentarlo una vez más, quizás salía, poco mi entusiasmo, solo una pruebita por aburrimiento. Esto no lo había logrado 2 veces seguidas...
Me ocurrió lo mismo que antes describí. No podía creerlo. Fue demasiado, podía sentir sabores, oírlo todo. Mi mente casi sale catapultada de mi cuerpo. Pero tuvo que meterse lo "razonable". Y volví. Sí, ahora ya eran 2 veces seguidas. Cuando, antes de esto, me levantaba de esa caída nada desagradable, quería intentarlo otra vez a ver si sucedía. Pero, ahora que lo pienso, creo que fue porque esperaba llegar hasta casa e intentarlo. Esta vez no espere, y no faltaba mucho para llegar a casa, habíamos recorrido bastante, y ya casi estábamos. Aproveche y me lance otra vez.
Sucedió por 3era vez.
 Puedo acordarme de algo muy pequeño de esto, algo vago... Yo estaba sujetando algo preciado y frágil, algo con vida en mi pierna y brazos. Cuando desperté era mi mochila a la que abrazaba con una fuerza sutil, sin que los otros lo vieran. Me sorprendí.
Sentí una cosa extraña al pararme y al entrar a casa. Aun continua, pero voy sintiendo que disminuye su fuerza. Como si mi cerebro estuviera haciendo... algo... raro.
Sentí también una sorpresa eufórica, casi siendo miedo y pavor, pero no.
Me siento un poco cansada aun. Quizás ya caí en ese agujero, y estoy escribiendo ahora esto, escuchando Angel el cover by The Dillinger Escape Plan.

Quizás así es como siempre se ha mostrado la vida.

Así es como me gusta estar.

sábado, 10 de marzo de 2012

Oh grandes vikingos, los invoco, hoy no voy a salir. Si no sería mucha molestia, les pido una cerveza, por favor; esta noche promete ser aburrida. Prometo saquear kiosquitos que estén cerca de mi casa. En el nombre de Canuto y Harald III, amén.
Ok estoy aburrida.

martes, 6 de marzo de 2012

Es re venenoso el coso ese

¿Por qué razón estábamos sentados en la vereda de una fábrica sucia y (creo) abandonada, al pie de lo que era prácticamente un basural? No sé, no recuerdo muy bien, pero era algo así como escondernos de los ojos perniciosos de la gente, y fue divertido patear bolsas creyéndonos dioses pateando nubes.  Era un lugar algo estratégico, teníamos mucho material viajero cerca, sólo necesitábamos un instrumento para ver lo oculto a la vista de los adictos a la realidad. “La puta madre, me olvidé otra vez el caleidoscopio”. Me había mentalizado con llevarlo, pero lo olvidé otra vez. No importa, no hay que descender y caer de culo al escenario absurdo de la vida cotidiana. Así que tomé un vidrio roto de color verde, con una textura particular, que tenía cerca. Me saqué los lentes y vi el mundo frente a mí a través de él.
De repente me encontré a bordo de una pequeña nave, en la mono-cabina. No era cualquier nave, y su tripulación no era cualquier tripulación. Se distinguía de otras naves. Una particularidad era su tamaño compacto, como mencioné. El visor no era muy grande, pero bastaba para ver lo que aparecía frente a mí. En aquella navecita visité varias dimensiones, en las que el tiempo era el mismo, pero no las circunstancias y la materia. Las cosas que vi alguna vez con mis ojos y mente tapados con la careta de lo rutinario se transformaban. Hasta que descubrí lo que creí transformación en realidad no lo fue, esas bolsas llenas de tela inservible en realidad fueron aldeas cubiertas de nieve. Pasé de ese lugar tan extraño en el que todo se hallaba cubierto de un blanco especialmente taciturno, a estar sobre un corral de ovejas ansiosas de huir.
 Lo que llamó (no mucho) mi atención fue que no sabía cómo había llegado a tales lugares. Nunca sentí pasar el tiempo, ni recorrer las distancias de un sitio a otro. La navecita simplemente aparecía conmigo en diferentes ambientes, recreando distintos sueños en un mismo lugar.
Bajé de la nave y se la presenté a compatriota de viajes, a mi amiga. Y fui su copiloto. Seguro vio cosas muy lindas, porque quedó asombrada, lo que la motivó a llevar a nuestro amigo.
3 fuimos los viajeros en esa tarde nublada, aparentemente aburrida. Nosotros bien sabíamos que el aburrimiento sería cosa de otro día con caretas.
Regresando a la casa de mi amiga, caminando en el medio de una de las calles más tranquilas de la zona, miramos al cielo, y nos encontramos parados en el medio de un atardecer deslumbrante. Se unía la noche y el día formando unos colores rojizos de un lado, y un azul que oscurecía por el otro. Sacamos algunas fotos, pero nada se compara a verlo con los ojos y mente bien abiertos, justo en el momento en el que ocurría.
Gracias por estar, copilotos.

miércoles, 29 de febrero de 2012

¿Por qué involucrarse con una pelotuda como yo?
¿Con qué motivo?
Y de las puertas del sol salen niñas con vestidos de fuego...
Con trenzas de humo...
Que surgen de sus cabelleras lunares...
Semillas resplandecientes del jardin nocturno...
florecerán en lunas llenas sin importarles el sol...
conocen la noche y los siete nombres del viento...
a través de los cuentos de los padres que se llevó el viento.
¿Quién engendrará a estas madres de la luz?
¿Y en qué me convertiré yo, hijos de la noche?
Sólo algunos estrellarán el cielo, sólo los que creen en la muerte morirán.
Los padres pondrán plumas en las alas de las mujeres...
las partes desplumadas penden sin gracia.
Llevando cruces a tumbas fálicas...
El futuro navega silencioso por úteros de sangre...
que serpentean por enigmas de vacas y cucharas...
... y nacimientos, lunas y tierras solares a mediodía.
Ella entierra sus huevos en la tierra y planta sus pies en el cielo.
Del suelo florece un circo de zanahorias y payasos...
... transformando nuestros deseos en trovadores.
Aquí me hallo, entreteniendo al infinito...

martes, 28 de febrero de 2012

En algún momento dejaré de sentirme sola

Un fantasma en el techo de la casa
Esperando poder saltar cuando yo salga.
23 alumnos de escuela,
Ninguno de ellos con rostro,
Tan inconscientes como yo en este absurdo sueño.
Un universo paranoico paralelo
Que converge con los temores usuales…
Todo lo que pude identificar en este desorden, desorden, desorden
Parece simple y no tan espantoso cuando lo expreso verbalmente. Difiere a lo que se ve desde el centro del cuerpo, cuando ves traspasando los miedos y la incertidumbre, en un futuro que siempre consigue ser imprevisible. El futuro que se me escapa de las manos a medida que el sol cruza el cielo es el mismo que vi estando dormida.
Pero hoy es un recuerdo.