jueves, 23 de febrero de 2012

Marcos


Entendí algunas cosas. Estaba llena de nada. Era un lugar en el que no había… Amor. Sé que inconscientemente siempre lo quise. Y pude recibirlo. Pero esta vez lo sentí. Me permití cosas que no debí permitirme. Me empuje a sabiendas a mí misma al abismo. Tanto tiempo tratando de divisarlo ahí arriba, esperando que él me viera a mí… Pero no, siempre estuve en una posición fetal, debajo del pedestal al que lo subí. Entonces me di cuenta de que todo este tiempo, estuvo mirando hacia otro lado.
Aferrarme a él me hizo caer un poco más. En ese tiempo creí que empujándome a sentir más y más iba a llegar a algún lugar, y nos iba a encontrar a ambos sumergidos en esto. Pero solo estábamos mi sombra y yo.
Le eché un vistazo a la superficie, no hay nada que valga la pena para mí. No tengo nada más por qué luchar allí arriba. Si hay alguna razón por la que me paré en mis pies, él la fue. No poseía muchas razones por las que perpetuar mi existencia, me “llenaba” de cosas todos los días, cosas que no podría dejar, para que sea más leve. Mas quiso la trampa ponerlo delante de mí, caminando colina arriba. Puedo ver claramente que siempre fue así. Ahora alzo mis ojos y sigue frente a mí. No he dejado de seguirlo desde que lo vi por primera vez. Y ahora estoy tan abajo… Sigo recordando estos últimos momentos en los que me quede mirándolo por varios minutos, observandolo andar, y cómo las luces se desviaban para reflejarse en él. Nunca llegué a ser parte de lo que le importó. Siempre iba un paso más adelante. Y aquel día me sentí mucho más atrás. Se me hace cada vez más difícil alcanzarlo.
Entendí por fin que no hay nada que yo pueda hacer para alivianarme el pecho más que dejarlo ir. Detenerme, permitirle caminar, y contemplarlo desaparecer en el horizonte de todo lo que amé. Y extinguirme en su recuerdo.
Cuando me dejó, mantuve prendido mi fuego, aun en los inviernos en los que se me complicaba creer que volvería. Lo encendí un poco más en vano al despedirme de él un martes. Creyendo que no todo estaba perdido. Bueno, ese pequeño fuego ha muerto. Las cenizas bailaron con el viento gélido de la noche. No tengo más esperanzas. Mi vida se convierte rápidamente en una eterna tarde de lluvia. Se desprendió finalmente de mí. Espero, aún así, perderme algún día también; y encontrarlo en un sueño. Un sueño en el que todo sea como creo recordar. Y descender juntos esta vez.

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