sábado, 1 de septiembre de 2012

El armadillo pateado

Una vez leí que el que tiene un razón para vivir puede soportar cualquier forma de hacerlo. No me iría de este mundo porque me gusta demasiado esto de tenerte en alguna forma, poder abrazarte y ver tu cara, oír tu respiración somnolienta y fundirme en tu pecho de nubes. Ver tus labios mellizos apoyarse el uno en el otro para darle forma a esos sonidos que se hacen palabras, palabras cuya voz atraviesa mis oídos y se resguarda en mi memoria. Esencial, se deteriora cuando recurro a esas memorias con mucha frecuencia. Y de nuevo me encuentro buscándote.
Estás esperando y ya no hay más. Creo que soy. No hay pensamientos ni corrientes de recuerdos mínimos, todo lo que veo pienso y siento son mis pasos, mis latidos, el parpadeo y ahora no te veo (ahora sí). Y falta cada vez menos, te abrazo y crucé al otro lado. Somos dos. No, uno. Y dos. En un círculo de piedra fría y oscura donde no hay más que las mentes y las voces, los abrazos, el silencio.
Silencio. Hay silencio. No estoy feliz, pero no estoy triste. Sí, estoy triste, tal vez. Porque yo te encontré, y vos a mí, como si te hubiera buscado. De repente apareciste, y una parte de mí también. Cualquier tipo de ausencia me mutilaría. Entonces no hay más que silencio. El silencio que provocan los momentos felices. Callan, y no sabes qué fue. Y los recordas, casi experimentándolos mentalmente. Mas todos ellos se visten de imaginación y realidad. Y fueron lo que se manifestaron. Estoy en otro lado del mundo y lo corriente, ya no sé lo que son. Están lejos. Creo que ya no existen. Existieron. 
Y tenemos que crear más. Por favor, dejame crear más de esos. Y así acumular palabras erróneas para escribirlas y darte una idea aunque sea remota de lo que se siente. Qué palabras se usan para explicar algo que ahoga los ojos hasta que rebalsan? Estamos en la rama más alta del árbol.
Árbol. Tus ojos son filamentos del color de los árboles, enmarañándose para encontrar el espacio final blanco y vacío. Entonces me distraigo con esas cosas tuyas que veo, explicitas, sin temor de que el cielo caiga celoso. Todas esas cosas que reflejas naturalmente tienen otro color y otro sentido, ni los mares más extensos podrían reflejar el esplendor de tantas lunas al mismo tiempo. Sí. 
Disculpa esta intromisión de banalidades y metáforas incomprensibles. Es que siempre encuentro algo para adorar.  Te encuentro hasta sin buscarte (como al principio, y ya lo dije), en todos lados; principalmente cuando cierro los ojos. 
Por este lío, esa cacofonía psíquica, y lo que me provoca tu ser, planeo buscar la forma de hacer más soportable esta otra vida... La realidad que me atrapa cuando no estás. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario